La semana pasada os hablamos de los Pueblos blancos…
Hoy leednos y dejad volar vuestra imaginación porque os arrancamos de vuestro salón, de la playa o del hotel para llevaros con nosotros hasta uno de esos pueblecitos. En un sitio inconfundible, en un tiempo indescriptible.
Vamos a pasearnos entre los mozos del lugar
Mozos y mozas… y vamos a raspar las cuerdas de nuestra guitarra, tensa, sí, pero no tanto como la tensión que sentirás vibrar entre los enamorados de nuestro espectáculo.
Enamorados que se siguen y se persiguen culebreando por su calles, callejuelas y callejones de uno de estos Pubelos blancos. Se cortejan en la acequia y las mujeres cantan al lavar la ropa en el río. Allí pasean nuestros varones echando el ojo a sus mocitas y las mocitas se burlan de los pavos. De su gugluteo y de su pavoneo. De cómo sacan el pecho y muestran sus andares orgullosos. Allí baja la cabeza el pavo real y se descubre y se rinde a Lola.
Y Lola encarna a una de esas miles de andaluzas que saben atravesar el corazón de un hombre mostrando fugazmente su sonrisa, entornando los párpados y borrando esa sonrisa de su rostro. El pavo está rendido. Falta desplumarlo, asarlo y trincharlo. Mucho pavo tienes que ser para cruzar tu mirada con una Lola como la de nuestro espectáculo. Para cruzarla y no subir la cerviz confiado, mostrarla dura y terminar doblándola cerviz sabiéndote enamorado. Arrebatadoramente enamorado. Esas son las tres acepciones de «cerviz«… orgulloso, humillado e indómito.
Conceptos de cerviz que conjugan mal cuando en frente está Lola
Buena pista os hemos dado de nuestro espectáculo flamenco en Madrid.
Os hemos hablado de los pueblos blancos. Y al hacerlo os hemos presentado todo nuestro espectáculo. Lavanderas altaneras que lo mismo restriegan la ropa blanca en el lecho del río que restiregan el corazón del mozo más lozano.
Hemos presentado, que no destripado. Y tampoco nos importaría haberlo hecho, porque si te gusta el flamenco, te importará sentirlo y no conocerlo.
Todo eso lo podrás disfrutar, evocar, sentir y vivir, algunos hasta revivir… si te pasas por el Teatro San Pol para ver a Esencia & Raíz.